La neuroeducación es una disciplina emergente que une los descubrimientos de las neurociencias con la pedagogía, con el objetivo de entender cómo aprende el cerebro y mejorar los métodos de enseñanza.
Entre las tendencias más destacadas se encuentra el uso del aprendizaje multisensorial, que estimula diferentes áreas del cerebro simultáneamente para mejorar la comprensión y la memoria. También se ha demostrado que el sueño, la nutrición y el ejercicio físico influyen directamente en la capacidad de concentración y retención del estudiante.
Otra práctica basada en evidencia es la repetición espaciada, que consiste en revisar la información en intervalos estratégicos para consolidarla en la memoria de largo plazo. Asimismo, el “aprendizaje activo”, que implica el uso de preguntas, resolución de problemas y experimentación, se posiciona como una de las metodologías más efectivas según los estudios en neurociencia cognitiva.
La neuroeducación plantea además un cambio de paradigma: de evaluar únicamente resultados a comprender procesos mentales, emocionales y sociales. Esto implica enseñar desde la empatía, fomentar el pensamiento crítico y adaptar el ritmo a la maduración cerebral del estudiante.